Viaró ARTS

La bellesa a través de l'art

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Una juguetería en Manhattan
2021

En 1903 Andrew y el Louis eran dos amigos huérfanos que vivían en la acogedora residencia de Miss Beth con muchos otros niños como ellos … pero no tan traviesos; porque Louis y Andrew se pasaban el día haciendo trastadas por todo New York, y los policías ya estaban acostumbrados a perseguirlos y llevarlos de vuelta al orfanato, tensándose los por una oreja.

Cada domingo Miss Beth y sus niños recibían la visita de Mr. Thompson, un amable artesano de juguetes que siempre llevaba regalos para todos … incluso para los dos amigos. De hecho Mr Thompson se daba cuenta de que aquellos niños imaginativos, movidos y con tantas ganas de «comerse la Gran Manzana de New York» eran especiales. Y por eso un día le propuso a Miss Beth que los dejara trabajar con él como aprendices en su tienda de juguetes de Manhattan.

Tanto Louis como el Andrew recibieron la propuesta con muchísima ilusión, y enseguida se pusieron a trabajar con Mr. Thompson; ¡y muy bien! El viejo juguetero había acertado totalmente con los dos chiquillos. Tanto que -cuando él murió muchos años más tarde, Louis y Andrew heredaron su oficio y su negocio en la tienda de juguetes de Manhattan.

Lo que pasa es que las ganas de «comerse la gran Manzana de New York» parecían incompatible con fabricar y despachar peonzas, muñecas y ositos de peluche; los dos amigos tenían claro que tenían que hacer juguetes pero que aquella Navidad de 1928 sería la última: después venderían la tienda y conquistarían New York y el mundo entero.

Por aquella época cinco familias de gangsters se disputaban el control de la ciudad y precisamente la tienda de juguetes de Mr. Thompson se encontraba en un punto clave: en el centro de Manhattan. Así que cuando don Vito, el capo de la familia Genovese, supo que los dos amigos se la querían vender fue directamente hacia allí y les hizo una suculenta oferta económica. A Andrew no le pareció mal pero Louis se indignó: ¡nunca le vendería la tienda a un delincuente!

Aquel hecho marcó el principio de un distanciamiento entre Louis y Andrew que se fue acentuando paulatinamente. Andrew admiraba tanto el lujo y el poder de los gangsters que se acabó convirtiendo en uno de ellos; Louis, en cambio -aunque se moría de ganas de recorrer el mundo entero- cada día amaba más su trabajo en la tienda porque podía hacer felices a los niños «como Mr Thompson había hecho con ellos cuando estaban en el orfanato de Miss Beth «.

Por cierto, que el orfanato seguía acogiendo a muchos otros niños, e incluso Miss Beth había tenido que contratar a una profesora llamada Lucy porque ella sola no daba abasto. Pero tenían muchas deudas porque la casa era muy grande y los gastos superaban las ayudas que recibían; Louis quería ayudarlas más pero también su vieja tienda tenía que hacer frente a las deudas acumuladas. Por suerte los bancos aún prestaban dinero, pero devolver los intereses era complicado. Louis le enviaba tanto dinero como podía a Miss Beth, pero era dinero que sacaba de comer muy poco y pasar frío. De hecho su aspecto había decaído mucho, y parecía un mendigo. Pero Louis no se desanimaba: había que llegar como mínimo a Navidad y entonces, con las ventas de los juguetes, tal vez todo sería más fácil …

Quizás; pero ocurrió algo que lo cambió todo: el crack de la Bolsa del 24 de octubre de 1929. Aquello hundió a los bancos, y con ellos a toda la gente que como Miss Beth o Louis les debían dinero: fue la ruina de millones de personas en toda América, y la oportunidad de malvados especuladores como don Vito, que se lanzaron como lobos sobre las propiedades que la gente tenía que malvender para poder pagar las deudas.

Evidentemente la juguetería también corría peligro; y quizás justamente por eso o porque ya casi era Navidad, a Louis le vino un fuerte sentimiento de nostalgia y de pertenencia: tenía claro que la tienda era su casa, su vida, y que la tenía que defender a toda costa. Por eso -haciendo caso del consejo de Miss Lucy- fue a Andrew para que lo ayudara.

Pero Andrew se había convertido en un gangster más -la mano derecha de don Vito- y le aseguró a Louis que acabarían obteniendo la juguetería aunque fuera por la fuerza. «De hecho -le dijo- más vale que te apartes de la tienda porque está a punto de haber una batalla entre familias y será justamente allí, en Manhattan».

Esa noche, efectivamente, todas las familias de gangsters se concentraron alrededor de la tienda, dispuestas a tirotearse unas a otras para quedársela por la fuerza. Poco antes Andrew quiso entrar para contemplar por última vez lo que había sido su vida trabajando con Mr. Thompson. No lo sabía pero dentro de la tienda le esperaba Louis, que intentó en vano convencerlo de que abandonara a los mafiosos.

Pero de pronto comenzó un fuego cruzado entre los gangsters y Louis y Andrew tuvieron que correr a esconderse bajo el mostrador, y contemplar con pena como las balas destrozaban la tienda de Mr. Thompson.

Las sirenas de la policía hicieron que los gangsteres se dispersaran a toda prisa; pero alguien desde un rincón oscuro aún tuvo tiempo de hacer un último disparo que acertó el cuerpo de Andrew, el cual cayó herido al suelo. Louis corrió en su ayuda justo en el instante que la policía entraba en la tienda. La imagen de un indigente al lado de un hombre herido hizo pensar erróneamente a los agentes que era Louis quien le había disparado, y se lo llevaron detenido acusándolo de intento de asesinato.

De nada sirvieron los gritos y explicaciones de Louis mientras a él lo esposaban y a Andrew se lo llevaba una ambulancia. A los ojos de todos Louis era culpable.

Gracias a Dios la herida de Andrew no fue mortal y al día siguiente por la mañana, ya consciente, pudo declarar la inocencia de su amigo; en cuanto el juez ordenó su liberación y tras saber que Andrew estaba vivo, Louis se fue corriendo al hospital con Miss Beth y Miss Lucy para abrazar a Andrew y hacer las paces con él.

El reencuentro fue emocionante y si, van hicieron las paces. Y no sólo eso sino que Andrew, además, tuvo una gran idea para salvar la tienda …

Todas los familias de mafiosos recibieron una nota supuestamente escrita por los bandas rivales en la que anunciaban su rendición incondicional. Y se les convocaba el día de Navidad delante de la tienda de juguetes de Manhattan. Una vez allí la sorpresa de todos los mafiosos fue mayúscula: alguien les había engañado. Y ese alguien resultó ser Andrew, harto de tantas fechorías y decidido a volver a levantar la tienda con el su amigo Louis.

Aquello cogió tanto por sorpresa a don Vito ya los demás mafiosos que nadie sabía cómo reaccionar; hasta que un grupo de niños del orfanato salieron entre los escombros de la tienda con juguetes que habían podido rescatar. Cantaban un villancico y se acercaban cálidamente a los gangsters; y los mafiosos, tocados por todo aquello, decidieron hacer una tregua aunque sólo fuera durante ese día de Navidad. Y se sumaron a los cánticos y la recuperación de los juguetes de la tienda del Louis y Andrew.

 

L’any 1903 L’Andrew i el Louis eren dos amics orfes que vivien a l’acollidora residència de Miss Beth amb molts altres nens com ells… però no tan entremaliats; perquè en Louis i l’Andrew es passaven el dia fent entremaliadures per tot New York, i els policies ja estaven acostumats a perseguir-los i portar-los de tornada a l’orfenat, tibant-los per una orella.

Cada diumenge Miss Beth i els seus nens rebien la visita de Mr. Thompson, un amable artesà de joguines que sempre duia regals per a tothom… fins i tot per als dos amics. De fet Mr Thompson s’adonava que aquells nens imaginatius, moguts i amb tantes ganes de “menjar-se la Gran Poma de New York” eren especials. I per això un dia li va proposar a Miss Beth que els deixés treballar amb ell com a aprenents a la seva botiga de joguines de Manhattan.

Tant en Louis com l’Andrew van rebre la proposta amb moltíssima il·lusió, i de seguida es van posar a treballar amb Mr. Thompson, i molt bé! El vell joguinaire l’havia encertat deltot amb els dos marrecs. Tant que –quan ell va morir molts anys més tard, en Louis i l’Andrew van heretar el seu ofici i el seu negoci a la botiga de joguines de Manhattan.

El que passa és que les ganes de “menjar-se la gran Poma de New York” semblaven incompatible amb fabricar i despatxar baldufes, nines i ossets de peluix; els dos amics tenien clar que havien de fabricar joguines però que aquell Nadal de 1928 seria l’últim: després es vendrien la botiga i conqueririen New York i tot el món sencer.

Per aquella època cinc famílies de gàngsters es disputaven el control de la ciutat i precisament la botiga de joguines de Mr Thompson es trobava en un punt clau: al bell mig de Manhattan. Així que quan don Vito, el capo de la família Genovese, va saber que els dos amics se la volien vendre va anar directament cap allà i els va fer una suculenta oferta econòmica. A l’Andrew no li va semblar malament però en Louis es va indignar: mai li vendria la botiga a un delinqüent!

Aquell fet va marcar el principi d’un distanciament entre en Louis i l’Andrew que es va anar accentuant de mica en mica. L’Andrew admirava tant el luxe i el poder dels gàngsters que es va acabar convertint en un d’ells; el Louis, en canvi –tot i que es moria de ganes de recórrer el món sencer- cada dia s’estimava més la seva feina a la botiga perquè podia fer feliços els nens “com Mr Thompson havia fet amb ells quan eren a l’orfenat de Miss Beth”.

Per cert, que l’orfenat seguia acollint molts altres nens, i fins i tot Miss Beth havia hagut de contractar una professora anomenada Lucy perquè ella sola no donava a l’abast. El que passa és que tenien molts deutes perquè la casa era molt gran i les despeses superaven les ajudes que rebien; Louis voldria ajudar-les més però també la seva vella botiga havia de fer front als deutes acumulats. Per sort els bancs encara prestaven diners, però tornar-ne els interessos era complicat. Louis li enviava tants diners com podia a Miss Beth, però eren diners que treia de menjar molt poc i de passar fred. De fet el seu aspecte havia decaigut molt, i semblava un pidolaire. Però Louis no es desanimava: calia arribar com a mínim a Nadal i aleshores, amb les vendes de joguines, potser tot seria més fàcil…

Potser; però va passar una cosa que ho va capgirar tot: el crack de la Borsa del 24 d’octubre de 1929. Allò va enfonsar els bancs, i amb ells tota la gent que com Miss Beth o Louis els devien diners: va ser la ruïna de milions de persones a tot Amèrica, i l’oportunitat de malvats especuladors com don Vito, que es van llançar com llops sobre les propietats que la gent s’havia de malvendre per poder pagar els deutes.

Evidentment la botiga de joguines també corria perill; i potser justament per això o perquè ja gairebé era Nadal, a Louis li vingué un fort sentiment de nostàlgia i de pertinença: tenia clar que la botiga era casa seva, la seva vida, i que ho havia de defensar fos com fos. Per això –fent cas del consell de Miss Lucy- se n’anà a trobar l’Andrew perquè l’ajudés.

Però Andrew s’havia convertit en un gàngster més -la mà dreta de don Vito- i li va assegurar a Louis que acabarien obtenint la botiga de joguines ni que fos per la força. “De fet –li va dir- més val que te n’apartis perquè està a punt d’haver-hi una batalla entre famílies i serà justament allà, a Manhattan”.

Aquella nit, efectivament, totes les famílies de gàngsters es van concentrar al voltant de la botiga, disposades a tirotejar-les les unes a les altres per quedar-se-la per la força. Poc abans, Andrew hi va voler entrar per contemplar per últim cop el que havia estat la seva vida treballant amb Mr. Thompson. Ell no ho sabia però dins de la botiga l’esperava en Louis, que va intentar en va de convèncer-lo que abandonés els mafiosos.

Però tot d’una va començar un foc creuat entre els gàngsters i en Louis i l’Andrew van haver de córrer a amagar-se sota el taulell, i contemplar amb pena com les bales destrossaven la botiga de Mr. Thompson.

Les sirenes de la policia van fer que els gàngsters es dispersessin a corre-cuita; però algú des d’un racó fosc encara va tenir temps d’engegar un últim tret i encertar el cos d’Andrew, que caigué ferit a terra. Louis va córrer a ajudar-lo en el moment que la policia entrava a la botiga. La imatge d’un indigent al costat d’un home ferit va fer pensar erròniament als agents que era en Louis qui li havia disparat, i se’l van endur detingut acusant-lo d’intent d’assassinat.

De res van servir els crits i explicacions d’en Louis mentre a ell l’emmanillaven i a l’Andrew se l’enduia una ambulància. Als ulls de tothom Louis era culpable.

Gràcies a Déu la ferida d’Andrew no va ser mortal i l’endemà al matí, ja conscient, va poder declarar la innocència del seu amic; així que el jutge va ordenar el seu alliberament i quan va saber que l’Andrew era viu en Louis va córrer a l’hospital amb Miss Beth i Miss Lucy per abraçar Andrew i fer les paus amb ell.

El retrobament va ser emocionant i sí, van fer les paus. I no només això sinó que Andrew, a més, va tenir una gran idea per salvar la botiga…

Totes les famílies de mafiosos van rebre una nota suposadament escrita per les bandes rivals en la qual anunciaven la seva rendició incondicional. I se les convocava el dia de Nadal davant de la botiga de joguines de Manhattan. Un cop allà la sorpresa de tots els mafiosos va ser majúscula: algú els havia enganyat. I aquest algú va resultar ser Andrew, fart de tantes malifetes i decidit a tornar a aixecar la botiga amb el seu amic Louis.

Allò va agafar tant per sorpresa don Vito i la resta de mafiosos que ningú sabia com reaccionar; fins que un grup de nens de l’orfenat van sortir entre les runes de la botiga amb joguines que n’havien pogut rescatar. Cantaven una nadala i s’apropaven càlidament als gàngsters; i els gàngsters, tocats per tot allò, van decidir fer una treva encara que només fos durant aquell dia de Nadal. I se sumaren als càntics i a la recuperació de les joguines de la botiga del Louis i l’Andrew.

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